domingo, 12 de junio de 2011

Verdades universales I

No todos los que me caen mal son idiotas. 

Es así y a veces hasta estoy de acuerdo con ellos. Y eso es un problema, créanme. A mí la gente no me suele caer mal por nada. Al menos no el 100%. Hay gente que me cae mal porque me da mal rollo. Y con esas de verdad que no puedo hacer nada, aunque lo intento, pero he aprendido a resignarme a mi instinto. Total, el golpe me lo llevo igual.

La cosa es que tampoco puede una confiarse demasiado. Sí, ya sé que nadie es del todo bueno ni del todo malo. Y yo no digo que esa gente sea mala, pero por si acaso que se queden lejos de mí, por favor. El problema es cuando te vienen bien. Mi parte crítica y luchadora se niega a aceptar esa posibilidad, "siempre hay otra opción". Pero pongamos que no se encuentra y que el camino parece pasar por esa puerta sí o sí. ¿Entonces? Entonces una llama, claro que llama. Asumiendo la posibilidad de que zorrahipócrita sea un  buen auto-epíteto a partir de entonces y que la zorraegoístamalapécora tenga algo bueno que ofrecer. Amén hermana. Te has metido en la puta boca del lobo. Cuando te marchas tras un encuentro breve, con algún intercambio somero de información, sabes que la has jodido. Has hipotecado tu paso a esa persona. Y sabes que, tarde o temprano, lo tendrás que pagar. Y lo pagarás.

Pagar o superarlo y aceptar que una puede ser tan zorra como la que más. A veces hasta con gusto y placer. Yo me he decantado por lo segundo. Y no pienso pagar. Bastante tengo con mi conciencia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Qué añades a la mezcla?