jueves, 11 de agosto de 2011

Blablablabla

El día que mi mejor amiga perdió la virginidad tardó aproximadamente veinte minutos en contármelo. Minuto a minuto (agradeced que os ahorre los detalles). Teníamos 16 o 17 años. El día que mi mejor amigo perdió la virginidad me mandó un mensaje que decía: Macacos de Surinam. Tenía 24. No me contó más.
Siempre me ha llamado la atención la manera que tenemos las mujeres* de hablar de sexo. Porque hablamos. Y mucho. Y nos contamos detalles. Detalles y detallicos. Y no pasa nada. (Sí, generalmente esos detalles están relacionados con el desnudo, el tamaño, la capacidad, el aguante y, sobre todo, el disfrute. 

Mis amigos, en este sentido, son diferentes.

Si hay algo en lo que todos coincidimos es que nos gusta follar. Y mucho. No voy a mentir, tengo alguna amiga a la que de vez en cuando se le escapa la monjacatólicaprofesoraaloscatorceaños y suelta alguna barbaridad, pero son cosas que pasan.

Otra de las cosas en las que coincidimos es que cuando no entendemos algo nos lo contamos. Siempre. Así que, ya sabéis personas del mundo con actividad sexual, dejad las cosas claras. Es mucho más prolífico que ser ambiguo.




*Al menos las que yo conozco y con las que hablo del tema. Las otras, no sé. Siempre hay excepciones, pero lo que tiene generalizar es que las excepciones no hacen más que confirmar la regla.

jueves, 4 de agosto de 2011

La pregunta correcta.

La pregunta sin respuesta no es ¿por qué nunca me llamaste? sino, ¿por qué te llamé yo?


No todas las llamadas postcoitales buscan amor. Así somos los humanos. ¡Sorpresa!

martes, 28 de junio de 2011

Posponiendo

Siempre estoy posponiendo y posponiendo y cuando me decido a hacer, me obligan a parar y a posponer de nuevo. Y así, señores, así no se puede vivir, ni batir el cobre, ni hacer nada útil.
Así de claro se lo digo.

domingo, 12 de junio de 2011

Verdades universales I

No todos los que me caen mal son idiotas. 

Es así y a veces hasta estoy de acuerdo con ellos. Y eso es un problema, créanme. A mí la gente no me suele caer mal por nada. Al menos no el 100%. Hay gente que me cae mal porque me da mal rollo. Y con esas de verdad que no puedo hacer nada, aunque lo intento, pero he aprendido a resignarme a mi instinto. Total, el golpe me lo llevo igual.

La cosa es que tampoco puede una confiarse demasiado. Sí, ya sé que nadie es del todo bueno ni del todo malo. Y yo no digo que esa gente sea mala, pero por si acaso que se queden lejos de mí, por favor. El problema es cuando te vienen bien. Mi parte crítica y luchadora se niega a aceptar esa posibilidad, "siempre hay otra opción". Pero pongamos que no se encuentra y que el camino parece pasar por esa puerta sí o sí. ¿Entonces? Entonces una llama, claro que llama. Asumiendo la posibilidad de que zorrahipócrita sea un  buen auto-epíteto a partir de entonces y que la zorraegoístamalapécora tenga algo bueno que ofrecer. Amén hermana. Te has metido en la puta boca del lobo. Cuando te marchas tras un encuentro breve, con algún intercambio somero de información, sabes que la has jodido. Has hipotecado tu paso a esa persona. Y sabes que, tarde o temprano, lo tendrás que pagar. Y lo pagarás.

Pagar o superarlo y aceptar que una puede ser tan zorra como la que más. A veces hasta con gusto y placer. Yo me he decantado por lo segundo. Y no pienso pagar. Bastante tengo con mi conciencia.

lunes, 6 de junio de 2011

Cosas difíciles

Aprender a vivir con el miedo de los demás.
Sin que te afecte.
Sin que te ahogue.

viernes, 15 de abril de 2011

Die live (I)

Hace unos días explicaba qué significaba la expresión batir el cobre que forma parte de la url de este blog. Si vuelvo a pasar la aspiradora es porque parece que he vuelto a dejar que el polvo se acumule. Aunque empiezo a pensar que no es eso, que no es que se me haya acumulado polvo, sino que, las moléculas habituales han ido llegando y ya me he puesto nerviosa. Y que, además, he descuidado la otra parte. Una no es muy buena ama de casa y cuando el baño reluce, la cocina da miedo (y eso que están bien cerca y que esta casa es pequeña, aunque a lo mejor es por eso... porque esta casa no acaba de convencerme de que sea mi casa).

Además de batir el cobre o de gustarme el barro, todo depende de cómo quieran ustedes entenderlo, pienso demasiado. Me hice fan de Descartes a las 12 años por un libro de francés (¡¡¡!!!) en el que salía una frase suya (creo, porque acabo de buscar en Internet y nada se parece a mis recuerdos). La cosa es que yo me declaré cartesiana a la docena de otoños y a mi padre le pareció muy bien y a mi madre también. O, al menos, no dijeron lo contrario. Cuando fui más mayor y estudié Historia de la Filosofía me envicié con Kant, pero era la época de Selectividad y una tenía muchas ganas en la puerta para aventurarse con más. Pero creo que no lo entendí muy bien (o sí, vaya usté a saber) así que empecé a dudar: todas las decisiones que tomaba conscientemente eran sometidas a un riguroso y repetitivo análisis sin pies ni cabeza. Así una se ahoga. Yo se lo aviso para que no lo intenten. 

Es una tendencia que mantengo, aunque sólo a ratos, alguno se me escapa y empiezo a girar y a girar y a girar y a girar y es un no parar. Hasta que alguien te avisa: "chiqui..." Y yo le miro con las pupilas dilatadas, muy grandes y entra la luz por esa rendija que han dejado y me aclimato y veo que aquello que tanto miraba sólo era una pelota. ¡Una pelota! Roja y brillante, ¡tan bonita! Y yo preguntándome qué era... y mira que cuando la vi pensé que era una pelota, pero oye, a lo mejor me equivocaba y la había tocado con la punta de los dedos, le había dado un golpe, la había olido, hasta chupado un poco, le conté una historia y me la puse en la cabeza como si fuera un sombrero; pero era una pelota. 

Y es que me despisto mucho.

Y me exijo mucho.

Menuda mezcla.

De mayor estoy aprendiendo a ser pequeña y a renombrar las cosas. Así que ahora cuando veo una cosa que parece una pelota, aunque no coincida con la característica de bonita y roja, digo "Pe-lo-ta. Pe-lo-ta." (si puede ser alargando mucho las vocales y muy despacio). Y en función de si la necesito o no pues la cojo o ahí se queda. Y así con todo... Reciclo mis ideas, mis referentes y mis definiciones. Amigos no son lo mismo que eran antes. Y mi casa, tampoco es exactamente la misma que era...